Al momento de la conquista española, la población indígena adaptó a su modo de vida aspectos del viejo mundo occidental, uno de estos fue la religión por mediación de los frailes franciscanos, hombres cultivados en el arte de la retórica, teología, filosofía, etc., quienes llegaron a tierras tlaxcaltecas con el fin de evangelizar a los indígenas, es decir, se encargarían de la conquista espiritual. Estos, pronto encontraron fórmulas para llevar a cabo este proceso, pues adaptaron las formas religiosas cristiana occidentales a la cultura indígena, lo que dio por consecuencia el sincretismo que hoy en día caracteriza a la cultura tlaxcalteca.
El proceso de la conquista espiritual, incluyó la edificación de grandes construcciones con el fin de maravillar al indio y así atraerlos a las parroquias, además de que en su mayoría se construyeron en importantes centros ceremoniales para la religión prehispánica. Así, los indígenas acudirían a estos lugares no para adorar a las nuevas deidades occidentales, sino para preservar su religión que había sido sometida. Dichas construcciones fueron realizadas en su mayoría por los indígenas, para lo cual eran obligados a cumplir esa tarea.
Convento de San Simón y San Judas y Parroquia de San Antonio de Padua.- La Iglesia y el convento de Calpulalpan se encuentra bajo la advocación de San Antonio de Padua, San Simón y San Judas, aunque aparecen esculpidos en la fachada de la Iglesia sobre el tercer cuerpo, han quedado olvidados a pesar de ser los nombres cristianos de aquella población.
En la archivolta se descubre chalchihuites y guías con elementos propios de la cultura mexicana. Las dos torres también son de tres cuerpos, la del norte es la original, la otra fue construida en 1940-42. La nave tenía bóveda de medio cañón, pero el incendio provocado por los carrancistas en 1915 lo destruyó, por ello años más tarde se construyó una bóveda plana de ladrillos. Después de haber sido tan rico, el interior es de los más pobres, tanto el retablo como las imágenes religiosas, todo lo que se encontraba en el interior se incineró durante la revolución.
El retablo destruido no era el original, más bien se colocó a fines del siglo XVIII y principios del siglo XIX. Era de estilo neoclásico, semejante al que se conserva en la actualidad en la capilla de la Tercera Orden. El primer retablo era barroco, estaba decorado en oro, incluía pinturas al óleo y esculturas de madera en bulto, un fragmento de él se conserva en buen estado, el que tiene actualmente es del segundo cuarto de este siglo.
La Capilla de la Tercera Orden conserva el retablo y los altares laterales neoclásicos, así como esculturas antiguas de santos. A un costado se encuentra una pequeña capilla destinada al culto de la Virgen María, en cuyo interior se aprecian los muros y el cielo razo con decoraciones de principios del siglo. Las capillas del Rosario y de San Antonio de Padua se decoraron a mediados del presente siglo. El baptisterio es austero. Todas las naves, excluyendo la mayor, tienen cúpulas ricamente elaboradas con ladrillos y argamasa de cal y arena.
El claustro de dos plantas se conserva casi intacto con excepción de los pretiles que se modificaron. El brocal primitivo del pozo fue destruido en la década de los sesenta. Resulta necesario destacar el colorido y la belleza de las pinturas murales protegidas en los nichos de los rincones, según parecen haberse elaborado en 1764 por Sebastián de Avila.
En los mismos muros de ambas plantas hay frisos típicos en blanco y negro que corren por los cuatro muros. Las columnas son dignas de mencionar. Es el único caso en Tlaxcala donde troncos gruesos de árboles se encuentran sosteniendo el piso de los corredores de la segunda planta y la techumbre del mismo nivel.
En la sacristía existe un lienzo pintado al temple en blanco y negro sobre tres muros, dividido en siete escenas que representan a seis santos, identificándose a Santa Clara, San Francisco y San Buena Ventura, la séptima es El Calvario representado en una forma exquisita, aparecen en él tres personajes con Jesús crucificado.
En un pequeño portal construido en el siglo XVI, situado en el extremo sur del convento que parece haber servido de recibidor, está un mapa pintado en blanco y negro donde se aprecia el convento en una de sus etapas iniciales de construcción, al igual que las iglesias, los nombres de los pueblos en jeroglíficos náhuatl y los caminos que cubrían la parroquia en el siglo del arribo franciscano. En la segunda planta la biblioteca presenta en sus muros pintura mural policroma del siglo XVI, las escenas son arcos de medio punto y otros pintados en negro y gris, decorados en la parte superior con elementos vegetales policromos.
Enmarcan símbolos propios del cristianismo en negro. En la misma planta, en el corredor de las celdas, se encuentran expuestos tres tipos de elementos decorativos: el lienzo blanco y negro del remate, Jesucristo en la cruz pintado al óleo policromo sobre el muro, y finalmente una rica colección de pinturas de caballete que abarca varios siglos concluyendo en el siglo XIX.
El atrio es amplio, la entrada al norte no deja de recordar los templos prehispánicos de los indios, ya que la escalinata está construida con las mismas piedras de los recintos ceremoniales, propiciando la forma de una pirámide semicircular. Fue en el año de 1608 cuando la iglesia se concluyó, como lo indica una inscripción en la parte exterior del coro. Tlaxcala